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Hernia de hiato

Written By jademorgana on miércoles, 12 de marzo de 2014 | 3:13


La Hernia de hiato la sufrimos muchas personas, aunque algunas no lo sepamos.  La apertura que comunica el esófago con el estómago está controlada por una serie de músculos. Si estos se debilitan, los ácidos del estómago pueden fluir hacia el esófago y causar inflamación o incluso provocar que parte del mismo penetre en el abdomen originando la hernia de hiato. Hay personas que viven ignorando que padecen este trastorno mientras que otras sufren sus síntomas con mayor intensidad. El más característico es una sensación dolorosa y de ardor en el pecho y la garganta, que se agrava tras comidas copiosas, al estar acostado o agachado o cuando aumenta la presión abdominal. Las causas más frecuentes que pueden dar lugar a esta dolencia se relacionan con ese aumento de la presión abdominal: toses violentas o vómitos repetidos durante periodos largos de tiempo, embarazo, esfuerzos intensos, sobrepeso y obesidad. La alimentación puede prevenir o disminuir el riesgo de aparición de este trastorno (principalmente en caso de sobrepeso u obesidad), o bien ayudar a reducir las molestias de la hernia de hiato ya instaurada junto con un adecuado tratamiento farmacológico bajo prescripción médica facultativa.
Las recomendaciones dietéticas que ayudan a prevenir la hernia de hiato son las de alimentación equilibrada, con un aporte calórico adecuado a las características de cada persona que permita alcanzar o mantener un peso saludable. 

En caso de padecer hernia de hiato, para reducir los síntomas se aconseja una alimentación fraccionada (5/ver-menu-aconsejado comidas diarias de pequeño volumen) que incluya alimentos de fácil digestión, no irritantes, según la tolerancia individual para evitar restricciones dietéticas innecesarias. 


Algunos alimentos le pueden producir molestias, y si es así, suprimirlos durante algún tiempo de su régimen y probar a reintroducirlos de nuevo más adelante. No limite su dieta durante más tiempo o más de lo necesario.

Distribuir la alimentación en cinco o más comidas al día para reducir el volumen de alimentos por cada toma, no dejando pasar más de 3 horas sin comer o beber algo. 

No hacer comidas abundantes; pesadas o copiosas, comer lentamente y masticar bien. 

No comer alimentos sólidos o líquidos justo antes de ir a la cama, dejar pasar al menos dos horas

Preferir alimentos jugosos que apenas precisan grasa ni cocción prolongada. 

Tomar en pequeña cantidad o de forma ocasional alimentos grasos y evitar los muy salados o en escabeche. 

Evitar las salsas muy grasas elaboradas con yemas, exceso de aceite, nata, queso... tipo carbonara, holandesa, etc.

Evitar alimentos que estimulan la secreción gástrica como el café y el alcohol. 

Sustituir el café, el descafeinado y el té por achicoria, malta o por infusiones suaves (romero, salvia...), excepto de menta piperita, que relaja el esfínter del esófago facilitando el reflujo gástrico. 

Según hábitos, se permite un consumo moderado de bebidas alcohólicas de baja graduación (cerveza, sidra, vinos de mesa) durante o después de las principales comidas, nunca en ayunas. 

No tomar bebidas gaseadas.


No consumir cantidades excesivas de azúcar. 

Los derivados del tomate (salsas) y el zumo de cítricos suelen causar molestias, en cuyo caso, podemos asegurar el aporte de vitamina C tomando mandarinas dulces o frutas tropicales maduras (mango, papaya...).

Evitar los alimentos muy calientes o muy fríos ya que provocan irritación.


ALIMENTOS ACONSEJADOS 

Leche y lácteos: preferir los menos grasos; leche semidesnatada o desnatada, yogures no enriquecidos con nata, queso fresco, quesos cremosos (poco grasos, tipo de nata), requesón, cuajada, petit suisse, mousse de yogur. 

Carnes, pescado, huevos y sus derivados: carnes con poca grasa, pescado blanco, huevos revueltos o en tortilla o escalfados o pasados por agua, fiambre de pollo o pavo. 

Cereales, patatas y legumbres: todos salvo los indicados en "alimentos limitados". En relación con las legumbres cocidas enteras, se aconseja cocinarlas sólo con arroz o patata y verduras, y si aún así no sientan bien, probar cocidas en puré y pasadas por el chino o pasapurés para eliminar los "hollejos" y mejorar su digestibilidad (su tolerancia depende de la persona).

Verduras y hortalizas: evitar las flatulentas (col, coliflor, repollo, coles de Bruselas, alcachofas, cebolla y pimiento en crudo, etc.).

Frutas: frescas muy maduras no ácidas, batidas o asadas o en compota o en puré. 

Bebidas: agua, caldos, infusiones suaves (salvo de menta piperita o con extractos de menta), zumos no ácidos, bebidas sin gas. 

Grasas: aceite de oliva y semillas (girasol, maíz, soja...), mantequilla o margarina (se toleran mejor en crudo) y mayonesa light (menos grasa que las convencionales).

Otros: mermeladas en desayunos, con moderación. 


ALIMENTOS PERMITIDOS (consumo moderado y ocasional) 

Leche y lácteos: leche entera (según tolerancia), batidos lácteos (excepto de chocolate), natillas y flan, arroz con leche. 

Carnes semigrasas, pescado azul, jamón serrano y jamón york magros

Cereales: cereales de desayuno azucarados (sencillos, con miel, integrales y muesli), según tolerancia. 

Bebidas: zumos comerciales no ácidos, fruta en almíbar sin el jugo. 

Otros productos: miel (puede dar acidez), bollería y repostería sencillas (las que en composición más se parecen al pan: bollo suizo, bizcochos de soletilla), gelatina de frutas, helados y sorbetes, frutos secos y mayonesa convencional. 



ALIMENTOS LIMITADOS (consumir de forma esporádica o en pequeñas cantidades) 

Leche y lácteos: leche condensada, quesos fuertes (grasos, muy maduros o fermentados), postres lácteos con nata. 

Carnes grasas, fibrosas como el conejo, carne cocida dos veces o muy condimentada, embutidos grasos y vísceras, huevos duros, pescados en escabeche o en salazón (bacalao, arenques...).

Cereales: pan fresco recién horneado tipo baguette (fermenta en el estómago y crea molestias), cereales chocolateados, galletas rellenas, chocolateadas o bañadas con soluciones azucaradas, etc. 

Frutas: fruta no madura y cruda, frutas ácidas, fruta en almíbar, frutas desecadas y confitadas. 

Bebidas: café, descafeinado y té fuertes, bebidas con extractos de café o de guaraná, bebidas con chocolate, bebidas con gas y todas las bebidas alcohólicas (irritan la mucosa gástrica y aumentan la acidez). 


Grasas: nata, manteca, tocino y sebos. 

Otros productos: fritos grasos, pastelería y repostería, chocolate y salsas picantes. 



¿CÓMO COCINAR Y CONDIMENTAR? 

Preferir aquellas técnicas culinarias que menos grasa aportan a los alimentos: al agua -cocido o hervido, vapor, escalfado-, rehogado, plancha, horno y papillote.

Utilizar moderadamente: fritos, rebozados, empanados, guisos y estofados (estos últimos, desgrasar en frío mejora su conservación y calidad nutricional). 

Para que la comida resulte más apetitosa se pueden emplear diversos condimentos: 

Ácidos: Preferir el vinagre de manzana y el zumo de limón al vinagre de vino, según tolerancia individual. 

Aliáceos: Evitar los carminativos que estimulan las secreciones gástricas -ajo, cebolla, chalota..., según tolerancia individual. 

Hierbas aromáticas: Conviene incluir en las recetas tradicionales hierbas que ayudan a la digestión tales como el estragón, el eneldo, laurel, tomillo, romero, mejorana y otras hierbas aromáticas. 

Evitar las especias fuertes, pimienta (negra, blanca, cayena y verde), pimentón, guindilla.

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